4 de octubre de 2014

MENDOZA: NO TUVIERON PIEDAD NI CON UNA NIÑA DE CINCO AÑOS.

Viernes, 03 de octubre de 2014
No tuvieron piedad ni con una niña de cinco años

Mujer valente. Alicia Morales.

Por Gustavo De Marinis
demarinis.gustavo@diariouno.net.ar
@monodemarinis

La historia que aquí se va a contar es tristísima, dolorosa, desgarradora. Pero el convencimiento del significado reparador, de lo valioso que es para reconstruir situaciones que contribuyan a aproximarse a la verdad y de lo necesario de que esto no caiga en el olvido justifica repasar hechos como este. Quizás movilizada por esos conceptos de reparación y justicia es que Alicia Morales de Galamba, una mujer extraordinaria por su valentía, compromiso y solidaridad –como tantos y tantas que hemos escuchado y seguiremos escuchando–, una vez más aportó su testimonio.

Fue el martes, en el Megajuicio por delitos de lesa humanidad que se desarrolla en Tribunales Federales, cuando Alicia contó lo que ya había narrado en otras ocasiones pero ahora frente a otro tribunal, con nuevos acusados que tienen nuevos y muchos abogados que los defienden. Allí, además de referirse a su detención, con dolor pero con coraje, la mujer recordó una historia que a pesar de ser ya conocida no deja de sorprender cada vez que se la escucha.

Alicia Morales fue secuestrada el 12 de junio de 1976 junto con María Luisa Sánchez Sarmiento. A las dos se las llevaron con sus hijos. Alicia entró al D2 con su bebé de dos meses y su hija de un año y medio. María Luisa lo hizo con sus niñas de un año y medio y 5 años.

Cuatro niños habían sido secuestrados y alojados en un centro clandestino de detención, en el que además de personas cautivas hubo torturas, violaciones y asesinatos. Del paso de esas cuatro criaturas por el D2 no hay dudas y así lo corroboró, también el martes, Héctor García, que era delegado gremial bancario y para la misma fecha estuvo detenido en ese lugar.

Allí estaba –secuestrado también– el abogado sanjuanino Jorge Vargas (hoy desaparecido), esposo de María Luisa y padre de las dos nenas cautivas. A la más grande de ellas los verdugos la llevaron a presenciar cómo torturaban a su papá. También, bajo el pretexto de un paseo, la condujeron a la terminal de ómnibus para ver si reconocía a algún amigo o conocido del padre que se bajara de algún micro procedente de San Juan. Esa pequeña, testigo de hechos horrorosos, fue entregada días después a sus abuelos maternos. En la casa de ellos encontró un revólver y se dio un tiro en la frente.

El informe de la Conadep (Comisión Nacional de Desaparición de Personas) volcado en el libro Nunca más dice que fue un suicidio. Listo. No hace falta agregar más.

Semejante historia tiene responsables. Muchos de ellos –si no todos– son los que se desempeñaron en el D2.

No hay adjetivo exacto para definirlos: perversos, malvados, cobardes, crueles... podrían caberles muy bien.

También dan ganas de insultarlos. Pero no, eso sería alimentar una venganza que nadie busca. Las Madres, las Abuelas, los HIJOS, los ex presos, los familiares, los abogados, los compañeros, los militantes han marcado un camino, que es el mismo que señaló Alicia: el de la búsqueda de memoria, verdad y justicia, sin rencores, con todas las garantías de la ley y la democracia, garantías que los imputados no les dieron a sus víctimas pero de las que hoy pueden hacer uso. Como corresponde.
Fuente:DiarioUnoMdza.

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